Esta hermana la conocí como otras 4 más en el año 1954 que llegué a la casa en régimen de interna. Ella era encargada del lavadero. Tenía algo distinto que atraía por su amabilidad. Vivía en continuo sacrificio por las jóvenes, (chicas) como solía decir.
Obediente a cuanto mandaba la M, superiora, caritativa con cada una de , las que se le ayudaba, con aquellos lavaderos de pilas grandes con el agua fría casi congelada; solía echar cubos de agua caliente para suavizar el frío
También, la veía con el Rosario por los pasillos y escaleras, siempre rezando por nosotras. En la comida, parca y nada de quejarse; las manos bien encallecidas del Rosario y el agua fría del invierno de Granada.
Una mujer sencilla y fuerte en la fe; Nos contaba lo que sufrió en la guerra civil, en la escasez y temor de que la sacasen. Otras cosas se las callaba.
Otro signo de ella como ejemplo de Santidad, fue, no hablar nada negativo de nadie, ni de su comunidad; así podría ir contando de las mayores, que para mí eran verdadero testimonio del día a día.
Hª San Remigio, decía que la Eucaristía y el Rosario para ella eran su alimento espiritual. ¡¡Como se distinguía con su sonrisa y silencio en el trabajo duro ¡Eso era “evangelizar con la vida.
Estoy ORGULLOSA de tantos ejemplos en la congregación.
Hª Rosa Navarrete. RMI
Hª San Remigio… otra de las hermanas, que han dejado a la Congregación bien alto, desde la sencillez y el anonimato… la recuerdo sí… silenciosa, orante, mondando patatas… y ofreciendo esos servicios humildes, por las que entonces estabamos en la brecha.
El amor a la Virgen, lo transmitia, con su rosario, desgranando cuantas… pasando largas horas en el oratorio.
Gracias San Remigio, neceitamos que desde el cielo, sigas ayudande a esta pequeña grey.
Carmen Crespo
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