Se abrió el día con la oración laudes, después de la Lectura Breve, fuimos invitadas a compartir los dones que percibimos se están poniendo al servicio de la búsqueda común: interculturalidad, comunión, paciencia, escucha, fraternidad, unidad en la diversidad, disponibilidad, alegría, entre otros.
Ya en la sala capitular, nuestras hermanas de África nos trajeron al corazón las imágenes de las jóvenes y de las hermanas con todas sus inquietudes, humanas y espirituales; acogiendo la preocupación de todas y especialmente de Madre Daría, tuvimos un recuerdo para nuestras hermanas con permiso de ausencia y de exclaustración… encendiendo una lamparita al pronunciar el nombre de cada una de ellas.
Fue un día de mucha reflexión personal y largo compartir en la asamblea.
En la Eucaristía de la tarde, haciendo alusión al documento conclusivo del Sínodo de los obispos sobre los jóvenes, el Padre nos lanzó el desafío de “atraer a la experiencia de oración” a todos los jóvenes que se acercan a cualquier institución eclesial; que en definitiva es llevarlos a Cristo.
Prov. España