Clausura Año de la Santidad.

ACCIÓN DE GRACIAS DE MADRE DARÍA FERNÁNDEZ EN LA EUCARISTÍA DE CLAUSURA.   26 de diciembre 2015

“Bendito sea Dios…”

Bendito… alabado… glorificado… es la actitud que mejor define a Vicenta María ante el “Dios de la misericordia…” Ella que se sentía amada desde toda la eternidad… y como bañada en Dios…

Hoy, junto a su sepulcro, perenne testimonio de su radical entrega… Una y otra vez, cantamos: Gloria, Gloria a Dios Padre… al Hijo… al Espíritu… en Vicenta María ha triunfado el amor…

Sí, triunfa el Amor hecho carne para redimir nuestra frágil condición humana… fragilidad que ella experimentó en toda su radicalidad y, precisamente ahí, vive la fuerza de su Dios, hasta exclamar: “¡Dios conmigo y temerá!”

Triunfa el amor en tantos hombres y mujeres de buena voluntad, seducidos por él se entregaron en total radicalidad al servicio Reino… Ayer… hoy… la corriente de vida que brota del Carisma llegando hasta remotos confines del mundo a través de tantas hermanas, jóvenes y laicos… que en este año en el que celebramos la santidad de Vicenta María, hemos hecho presentes… ¡tanta vida entregada…!

¡Sí! Triunfa el amor en Vicenta María… Basta centrar nuestra mente y nuestro corazón en el motivo por el que nos encontramos aquí. Tan sólo unas pocas personas hemos tenido la suerte de llegar hasta su casa. Pero muchas otras… hermanas, jóvenes, MOLAVIM, colaboradores, voluntarios, amigos y familiares, todos nos acompañan con su oración y su recuerdo. Nosotras las queremos hacer presentes, desde el oriente, Filipinas-India, pasando por Africa y Europa, hasta llegar al más occidente, América, TODAS UNIDAS, formando una sola melodía, cantamos las maravillas del Señor porque miró la pequeñez de su sierva, Vicenta María, para regalar a la Iglesia un Carisma, cobijo-hogar, apoyo, orientación y guía para tantas jóvenes, adolescentes, niñas, hijas de un mismo Padre, tocadas por su Amor MISERICORDIOSO, a través de la gracia carismática.

​Bendito y alabado seas, Padre Bueno, porque continúas derramando tu amor infinito a lo largo de estos 125 años, te dignas escoger estas, tus siervas frágiles y pequeñas, que tu gran fidelidad sostiene en medio de las múltiples dificultades de nuestro mundo… y confiadas avanzan en la certeza de que “Tú nos llevas a buen puerto…”

​Gloria y poder a ti, Señor Jesús, Hijo Amado del Padre, que nos has mirado con amor, nos has seducido y conducido por las sendas que Vicenta María trazó, seducida también ella, por tu único alimento: “Hacer la Voluntad de tu Padre…”, encontrando ahí el sentido y la plenitud de su vida.

​Luz y fuerza, Espíritu de Amor, que todo lo envuelves, lo renuevas y vivificas, a ti que vives y reinas en unión con el Padre y el Hijo, nos guías y conduces hasta la plenitud del Amor que Tú mismo derramas en nuestros corazones.

​Gracias, Vicenta María, porque, abierta de mente y corazón, supiste leer la realidad de tu tiempo, te dejaste conducir por el Espíritu, supiste encontrar caminos de Evangelio y abriste surcos donde germinó el Amor!

​Junto con María, nuestra Madre e intercesora, nos unimos a la Comunidad que alcanzó la Meta, vive en tu compañía en el seno de la Trinidad Santa e intercede por nosotras, nos acompaña y sostiene en nuestro peregrinar, cantamos y bendecimos… ¡Amén!

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