Hna. Josefa Lusarreta. ¡Qué gran mujer! Tuve la suerte de vivir con ella y siempre lo recuerdo como un «regalo de Dios». Era tan humana que sabía leer en la cara de sus Hermanas tristezas, preocupaciones, momentos bajos y alegrías. La tenías allí, cercana y con su sonrisa habitual invitándote a charlar, a rezar y con una palmadita en los hombros te infundía paz.
Cuánto se echan de menos a personas con este talante tan humano y tan espiritual al mismo tiempo.
Gracias Hna. Josefa, como estás muy cerca de Dios, no dudo que seguirás dándome ¡alguna palmadita en el hombro, diciéndome: «adelante!
Hna. Josefa Lusarreta. ¡Qué gran mujer! Tuve la suerte de vivir con ella y siempre lo recuerdo como un «regalo de Dios». Era tan humana que sabía leer en la cara de sus Hermanas tristezas, preocupaciones, momentos bajos y alegrías. La tenías allí, cercana y con su sonrisa habitual invitándote a charlar, a rezar y con una palmadita en los hombros te infundía paz.
Cuánto se echan de menos a personas con este talante tan humano y tan espiritual al mismo tiempo.
Gracias Hna. Josefa, como estás muy cerca de Dios, no dudo que seguirás dándome ¡alguna palmadita en el hombro, diciéndome: «adelante!
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